Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón. Amén.
Meditación
1) Son estos días santos la ocasión propicia para que se cumpla en nuestra vida la súplica de San Ignacio de Loyola: Pasión de Cristo, confórtame. Pocos son los asideros que tenemos los hombres a los que podemos agarrarnos en los momentos de desasosiego y turbación. Acudimos a asideros humanos, pero estos, si bien ayudan y consuelan, sin embargo, ni son constantes ni son definitivos. Solamente encontraremos conforto permanente y adecuado en la pasión de Cristo. Comparar nuestros sufrimientos con los de Jesús, aceptar que sus sufrimientos y muerte no fueron gratuitos sino la moneda de cambio de nuestra liberación interior. Asumir que, si en el campo espiritual podemos respirar aliviados por haber sido perdonados, se lo debemos a Cristo traicionado, entregado, abofeteado, escupido, flagelado, insultado y crucificado. Ese camino de pasión es nuestra seguridad y la paga que Él pagó por nosotros
2) ¿Cómo hacer para que la pasión de Cristo nos conforte, como decía San Ignacio?. Varios son los caminos, pero hoy, la Iglesia nuestra Madre, nos propone, en la Oración de este Martes Santo, un camino seguro: “participar vivamente en las celebraciones pascuales”. Evitar toda rutina, todo formulismo, toda mediocridad. Poner alma, corazón y vida en los ritos santos
Pregúntate cómo vives la pasión de Jesús.
Pregúntate si meditas frecuentemente la Pasión del Salvador, si la tienes presente en tu vida.
Pregúntate qué vas a hacer para que tu participación litúrgica de estos días se imprima en tu corazón.
Súplica
Señor Jesucristo, redentor y salvador mío, emprendiste el camino del Gólgota para romper las ataduras que con el pecado me ataba al mal. Tus escarnios y sufrimientos, tu corona de espinas y tus azotes, tus caídas bajo el peso de la cruz y tu muerte clavado a un madero ante la vista de todos, me muestran hasta dónde me has amado y me sigues amando.
Pensar en tu pasión, Señor Jesús, me reconforta el alma y me da paz y sosiego interior, pues sé que toda esa pasión fue por mí.
¿Cómo agradecerte, Señor, tu generosidad amorosa para conmigo?. Te pido en este día que viva estos días santos de tu pasión con un verdadero sentimiento interior de gratitud, sabiendo que, gracias a ella, me perdonaste para siempre mis pecados y me liberaste de los lazos del maligno. Amén.
Jaculatoria: “Pasión de Cristo, confórtame”