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martes, 27 de marzo de 2012

LAS PUERTAS DEL INFIERNO II




Cuando la revista 30 giorni llevó a las imprentas su edición de junio de 2001, sabía que en breve estallaría una mina de polémica y notoriedad. Dos años antes la Santa Sede había publicado el nuevo Ritual de Exorcismos, y el más prestigioso y conocido exorcista de la Iglesia Romana llevaba meses denunciando tal “manual”. Era una sencilla entrevista. Las preguntas directas y concretas. Las respuestas, evidentemente, explosivas.

El entrevistado, don Gabriel Amorth, llevaba muchos años a cuestas lidiando con exorcismos. Por sus manos pasaban los casos más difíciles, muchos de ellos venían previamente de otros exorcistas (o de sacerdotes de a pie, -que los obispos eran reticentes a autorizar exorcismos en tantos casos-) y sus libros y entrevistas en la televisión eran betseller y éxitos de audiencia. Todo un filón para los medios era el padre Amorth. 30 giorni sabía lo que hacía y no perdía la oportunidad: preguntas claras para respuestas concretas. “Hay que ir a la polémica”. Y lo consiguieron.

Famosa fue la entrevista por la claridad con que denunciaba el padre Amorth. Denuncias que se elevaban desde los oscuros rincones de la demonología para sobrepasar los muros vaticanos y señalar directamente confabulaciones y orquestaciones curiales para lograr del nuevo Rito de Exorcismos algo inocuo e inofensivo. Para ilustrarlo narraría una de las anécdotas más sorprendentes:

Celebramos un convenio internacional de exorcistas, cerca de Roma, y pedimos que el Papa nos recibiera. Para no presionarlo, y evitar añadir otra audiencia a las muchas que ya tiene, simplemente, pedimos que se nos recibiera en audiencia pública, la del miércoles en la Plaza de San Pedro. Ni siquiera pedimos que nos nombrara en sus saludos personales. Hicimos la petición, en la manera en que lo ordenan los cánones, como recordará, perfectamente, Monseñor Paolo De Nicolo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, quien recibió de buena gana nuestra petición. Sin embargo, el día antes de la audiencia, el propio Monseñor Nicolo nos dijo - con pena, esa es la verdad, por lo que estaba claro que la decisión no la había tomado él - que no asistiéramos a la audiencia, y que no habíamos sido admitidos. ¡Increíble: 150 exorcistas procedentes de los cinco continentes, sacerdotes nombrados por sus obispos de conformidad con las normas del derecho canónico, que exigen sacerdotes de oración, de ciencia y de buena reputación - es decir, de alguna forma, la flor y nata del clero-, sacerdotes que piden participar en una audiencia pública del Papa y se les echa a patadas!. Monseñor Nicolo me dijo: "Le prometo que, inmediatamente, le enviaré una carta explicando la situación". Han pasado cinco años y, todavía, estoy esperando esa carta. Desde luego, no fue Juan Pablo II quien nos excluyó. Pero el hecho de que a 150 sacerdotes se les prohíba participar en una audiencia pública del Papa en la Plaza de San Pedro, explica la clase de obstáculos a los que se enfrentan los exorcistas, aún dentro de su propia Iglesia, y hasta que punto, son mal vistos por un gran número de autoridades eclesiásticas.”

Sin embargo esto no era nada más que lo anecdótico, La denuncia más grave –desde su perspectiva profesional- estaba circunscrita al Nuevo Ritual: “los exorcistas, que tenemos que utilizarla, aprovechamos para señalar, una vez más, que no estamos de acuerdo con muchos puntos del nuevo Ritual. El texto latino sigue siendo el mismo en esta traducción. Un Ritual tan esperado, al final, se ha transformado en una farsa. Un increíble obstáculo que podría impedirnos actuar contra el demonio.”  Cierto que no todos los exorcistas opinaban igual, pero que la opinión del más reputado y prestigioso exorcista de la Iglesia fuera ésta era para no tomarlo a guasa.

Sin embargo la miga no estaba ahí –o no sólo estaba ahí-. El dedo acusador del padre Amorth era más largo de lo esperado: declaraba la estrategia de Satanás metiendo el dedo en llagas dolorosas.

Y es que si bien en estos tiempos de descreencia en el Maligno, la catequesis habitual más ortodoxa no había rechazado tal verdad de fe, si que había reducido el viejo aforismo de san Pedro “el demonio cual león rugiente esperando a quien devorar” a una caricatura de si mismo. Rugirá mucho, diría la catequesis al uso, pero como “perro encadenado” ya ha sido vencido por Cristo. De tal modo, que cual bálsamo de fierabrás, lo escatológico se había comido, como en un suspiro, la notoria realidad histórica y diaria.

El padre Amorth evidentemente asumía la sabiduría agustiniana del “perro encadenado”, cierto que actualizada a estos tiempos descreídos, pero partiendo de esa verdad y declarándola daba un paso más allá. Asumía el modus operandi al uso, tradicional diríamos, de Satanás: “Su estrategia es siempre la misma. Ya se lo he dicho, y él lo reconoce. Hace creer que el infierno no existe, que el pecado no existe, y que él es solamente una experiencia más que hay que vivir. Concupiscencia, éxito y poder, son las tres grandes pasiones en las que Satanás se fía.” Pero Gabriele Amorth iba un paso más allá. Y en un juego de claridad entrevistado y entrevistador dejaron correr ríos de polémica:

-  Padre Amorth, el satanismo se difunde cada vez más. En realidad, el nuevo Ritual hace difícil la práctica de los exorcismos. A los exorcistas se les impide que participen en una audiencia con el Papa en la Plaza de San Pedro. Dígame, sinceramente: ¿qué es lo que está pasando?

-  El humo de Satanás ha entrado a todas partes. ¡A todas partes! Quizá fuimos excluidos de la audiencia del Papa, porque tenían miedo de que tantos exorcistas consiguieran expulsar a las legiones de demonios que se han instalado en el Vaticano.

-  Está bromeando, ¿verdad?

-  Le podrá parecer una broma, pero yo creo que es verdad. No tengo ninguna duda de que el demonio tienta, sobre todo, a las autoridades de la Iglesia, así como a cualquier otra autoridad, en la política y la industria.
-  ¿Está diciendo, entonces, que en ésta, como en todas las guerras, Satanás quiere conquistar los altos mandos, para tomar prisioneros a los generales del adversario?

-  Es una estrategia victoriosa. Siempre se intenta ponerla en práctica. Sobre todo cuando las defensas del adversario son débiles. Satanás también lo intenta.

Había una estrategia maléfica que pasaba por controlar autoridades de mundo y de Iglesia. Había un proyecto. ¿Pero todo esto no era acaso retórica barata, charla de mercadillo? Al menos no quedaba en duda la gravedad de la denuncia elevada por el padre Amorth. Y es que no se señalaba sólo un modo de tentar, se indicaba un modo de operar, una estrategiaPero si su denuncia no bastaba, la realidad del siglo XX era elocuente por si misma. Demasiada sangre, demasiado terror en un solo siglo. ¿No había sido llamado acaso el siglo de las violencias? Tanto que la metáfora “del perro y la cadena” parecía despreciar burdamente los terribles sufrimientos infligidos a una doliente humanidad durante tantos decenios. Sufrimientos que, para escarnio de la modernidad ilustrada, no había tenido causa alguna en las guerras de religión, sino en la guerra contra la religión: ¿qué decir si no del nazismo o el comunismo? El alcance del mal no es que fuera casi inenarrable, es que había pretendido aniquilar toda libertad humana aniquilando previamente el alma. ¿No convenía entonces una profundización? Convenía, pero las lecturas históricas no iban más allá de categorías políticas, humanas.

El optimismo contemporáneo, desgraciadamente, estaba ciego para trascender lo histórico. Lo ocurrido a lo largo del siglo XX había sido reducido a la “locura humana”, como si todo perteneciera al hombre, y a un hombre ya pasado, porque el actual estaba escarmentado de tales errores. El padre Amorth alertaba contra ese optimismo: había una estrategia. Y Juan Pablo II constató la terrible victoria estratégica del maligno en el siglo XX.

“No me refiero ahora al mal cometido individualmente por los hombres movidos por objetivos o motivos personales. El del siglo XX no fue un mal en edición reducida, “artesanal”, por llamarlo así. Fue el mal en proporciones gigantescas, un mal que ha usado las estructuras estatales mismas para llevar a cabo su funesto cometido, un mal erigido en sistema.”

La estrategia descrita por el padre Amorth se evidenció en el siglo anterior de modo notorio, pero ¿había quedado circunscrita a aquellos años oscuros? ¿El éxito de tal estrategia no sería, acaso, replicable en el presente? El cardenal Ratzinger aprovechó su homilía previa al Cónclave que le eligió pontífice, para denunciar que esa estrategia seguía activa y que en estos tiempos actuales emergía un peligro nuevo: la dictadura del relativismo:

Cuántos vientos de doctrina falsos hemos conocido en estos últimos años, cuántas corrientes ideológicas, cuántas maneras de pensar. La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha estado agitada permanentemente, de un extremo al otro del mundo, del marxismo al liberalismo, incluso al libertinaje, del colectivismo al individualismo radical, del ateísmo a un vago misticismo religioso, del agnosticismo al sincretismo. (…) Mientras el relativismo, es decir, el dejarse llevar por cualquier viento de doctrina, aparece como el único atisbo que parece imperar en los tiempos actuales. Se va constituyendo en la actualidad, una dictadura del relativismo que no conoce nada como definitivo y que deja como única medida sólo el propio yo y la propia voluntad.

Pero este peligro actual ¿era una mera construcción del hombre? ¿No había algo más? Acaso todas las decisiones de los hombres, las “locuras humanas” causantes de tantas aberraciones y violencias, ¿no son decisiones del hombre? ¿Dónde queda esa estrategia, esa actuación perversa del padre de la mentira? Benedicto XVI no tendría reparo en señalarlo inequívocamente al hilo del comentario sobre Judas Iscariote.
“¿Por qué traicionó (Judas) a Jesús? La cuestión suscita varias hipótesis. Algunos recurren a la avidez por el dinero; otros ofrecen una explicación de carácter mesiánico: Judas habría quedado decepcionado al ver que Jesús no entraba en el programa de liberación político-militar de su propio país. En realidad, los textos evangélicos insisten en otro aspecto: Juan dice expresamente que "el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle" (Juan 13,2); del mismo modo, Lucas escribe: "Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los doce" (Lucas 22, 3). De este modo, se va más allá de las motivaciones históricas y se explica lo sucedido basándose en la responsabilidad personal de Judas, quien cedió miserablemente a una tentación del Maligno. (Audiencia de los miércoles, Benedicto XVI)

El padre del mal no era un artesano al uso, sino un estratega al que se le había dejado el terreno abierto.

jueves, 22 de marzo de 2012

EL ÚLTIMO EXORCISTA

Últimamente, no tengo mucho tiempo de dedicarme al blog. Ahí va un post de César Uribarri, que es de gran interés, y merece difundirse mas, como todos los suyos.




“Es obvio que no yo no soy el último exorcista en este mundo. Después de mi vendrán otros, es más, ya han venido, incluso jóvenes. Pero en el mundo somos tan pocos que cada uno de nosotros en su batalla diaria se siente inevitablemente como si fuera el último, el último exorcista llamado a combatir contra el gran enemigo, el príncipe de este mundo, Satanás. La Iglesia, todavía hoy, hace muy poco por formar a nuevos exorcistas. Hacen poco los obispos. Es ésta mi queja y por ese motivo he aceptado que el libro saliese con este título”.


Estas palabras del padre Gabriel Amorth quieren explicar el porqué de ese título tan provocativo con el que sale al mercado en Italia su última obra -escrita junto con el vaticanista Paolo Rodari-. Gracias al portal de noticias La bussola quotidiana nos han llegado algunos pasajes. Y no tienen desperdicio.


Hay un algo de global, de total, en los extractos seleccionados, lo que se agradece en estos tiempos de información parcial, de fragmentos de realidad desvinculados unos de otros. Y así la opinión del padre Amorth es sencillamente omnicomprensiva. Y pone los puntos sobre las íes. Puntos que a pesar de ser continuamente silenciados o ridiculizados exigen una mirada de frente, porque sin enfrentarlos, aunque sea intelectualmente, apenas se puede entender cuanto pasa.


Y lo primero que denota la mirada personalísima de Amorth es su carácter netamente escatológico. 


El mundo está bajo el poder del diablo. Y junto con Satanás muchos de sus profetas. Personas que la Biblia llama los falsos profetas. Falsos porque llevan a la mentira y no a la verdad. Estas personas existen tanto fuera como dentro de la Iglesia. Son fácilmente reconocibles: dicen que hablan en nombre de la Iglesia pero hablan en nombre del mundo. Exigen de la Iglesia que asuma los roles del mundo, y hablando así confunden a los fieles y llevan a la Iglesia a aguas que nos son las suyas. Son las aguas del Maligno. Las aguas que la Biblia describe de modo admirable en su último libro, el Apocalipsis."

"La ira de Satanás ha existido desde el principio del mundo. Pero cuando Dios ha enviado al mundo a su Hijo, Jesús, esta rabia ha aumentado. Con la venida de Cristo el choque entre los dos ejércitos se hace directo. Satanás incita al pueblo contra Cristo y se las arregla para convencerlo de que debe matarlo. La muerte de Jesús es la victoria de Satanás. Una victoria aparente, porque en realidad con la Resurrección es Cristo quien triunfa. Pero su victoria no elimina el mal. No elimina la presencia del dragón, la bestia, Satanás. Éstos todavía permanecen, pero desde la venida de Cristo el hombre tiene la certeza de que, si confía en Él, puede vencer. A pesar de las dificultades de la vida puede vencer a la muerte."

"Hoy en día, dos mil años después de la venida de Cristo, la lucha es más feroz. Estamos en un choque final. Por un lado, el ejército de Satanás. Por el otro el ejército de Dios con todos sus santos y mártires, que derramaron su sangre en beneficio de los que permanecen en el combate. Cada gota de sangre de los mártires es usada por Dios en esa lucha continua contra el diablo.”


Estos párrafos del padre Amorth explican el mundo actual con una profundidad a la que no estamos acostumbrados. Por ello los hitos históricos -y cuanto sucede y ha de suceder- exigen ser leídos en una clave que no debe olvidar las tensiones espirituales subyacentes. No son tiempos normales, el dragón enfurecido plantea un combate que por su crudeza y dimensión se puede considerar de "choque final". Son tiempos, dirá el padre Amorth, descritos en el último libro de las Sagradas Escrituras. Es decir, son tiempos apocalípticos.


Y para tal dimensión y crudeza el dragón ha establecido una estrategia.


El ataque de Satanás está destinado principalmente a quienes ostentan puestos de poder en el mundo. Porque atacar a los hombres que tienen grandes responsabilidades equivale a atacar en cascada a muchísimas personas. Y después, los más atacados son los hombres de la Iglesia."

"Satanás ataca sobre todo al Papa.Su odio por el sucesor de Pedro es feroz. Lo he experimentado en mis exorcismos. Cuando nombro a Juan Pablo II los demonios escupen rabia. Otros tiemblan. Otros lloran y suplican que no lo nombre más. Y esto también sucede con Benedicto XVI. Cada gesto de Joseph Ratzinger, su liturgia, son un poderoso exorcismo contra la furia del demonio."

"Después del Papa, Satanás ataca a los cardenales, obispos y a todos los sacerdotes y religiosos. Es normal que sea así. Ninguno se debería escandalizar. Los sacerdotes, religiosos y religiosas, están llamados a una dura lucha espiritual. No deben ceder ante el diablo. Si abren la puerta de su alma al diablo, aunque sea ligeramente, éste entra y les toma toda su vida.”


Palabras duras, pero no gruesas. Quizá la cruda descripción de estos párrafos ayuden a entender la actual inquina contra el Papa Ratzinger, o la curiosa coincidencia legislativa de signo anticristiano en tantos países, o los terribles escándalos que ha sufrido la Iglesia con la pederastia.


Son tiempos oscuros, de poder de Satanás sobre el mundo. Pero el mismo padre Amorth, el mismo que denuncia que son tiempos bajo el poder del maligno, el mismo que declara la furia actual del dragón en estos tiempos, el mismo que aclara la estrategia en cascada de la serpiente para dominar a todos, el mismo Amorth desconcierta con unas palabras sorprendentes. Y no tanto por recordar uno de los mensajes más conocidos de Medjugorje, sino por la matización personal que hace.


“Nuestra Señora dijo en Medjugorje el 14 de abril de 1982: Dios ha permitido que Satanás ponga a prueba a la Iglesia durante un siglo, pero ha añadido: No la destruirá. Este siglo en el que vivís está bajo el poder de Satanás, pero cuando sean realizados los secretos que os he confiado, su poder se quebrará."

"Palabras que nos dicen que Satanás está hoy trabajando, pero a la vez que él, también está la Virgen. Sabemos poco de los secretos confiados a los videntes de Medjugorje. Sabemos sin embargo que cuando -pronto, muy pronto- estos secretos se realicen, el dragón será derrotado y el reino de la luz triunfará.”


“Pronto, muy pronto”. No parecen palabras dichas a la ligera, sino medidas y sopesadas. Y si bien no sabemos de dónde saca tal prontitud, ni cuales son sus fuentes, hay que reconocer que viniendo de quien vienen, llenan de esperanza. 

viernes, 9 de abril de 2010

LA PERSECUCIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

Por su interés reproducimos aquí este interesante artículo de Antonio Socci, publicado en De “Libero”, 2 de abril de 2010 que viene muy bien para centrar ideas en estos tiempos de persecución.



La Pasión de la Iglesia, que está en acto, fue profetizada en los mínimos detalles. Independientemente de cuál sea el pensamiento que se tenga acerca de las modernas apariciones de la Virgen, los documentos hablan claro.
Los dos rostros símbolo de la actual Pasión de la Iglesia son el Papa y un pobre y humilde cristiano de Pakistán, Arshed Masih, de 38 años, que trabajaba como chofer en Rawalpindi.
Ante tres policías y algunos jefes religiosos musulmanes fue rociado de bencina y quemado vivo porque rechazaba renegar a Cristo y convertirse al Islam.
Y cuando la mujer Martha, destruida por el dolor, fue a la comisaría a denunciar el asesinato del marido, fue torturada y violada por los policías ante los ojos aterrorizados de los hijos de 7, 10 e 12 años.

El episodio es de estos días, pero documenta el continuo, terrible martirio de cristianos que en el siglo XX fue perpetrado bajo todos los regímenes, ideologías y latitudes.

Un sociólogo de Oxford estimó en 45 millones los cristianos que han perdido la vida, directa o indirectamente, a causa de la propia fe.

Este océano de sangre cristiano había sido profetizado por la Virgen, explícitamente en Fátima. Fue dicho con toda claridad.
Para la mayoría tal martirio permanece aún desconocido. Más aún, a él se le agrega el martirio moral de la Iglesia arrastrada al banco de los acusados y signada con la marca de la infamia.
La Virgen, siempre en Fátima, profetizó la persecución del Papa y en una visión a Jacinta (una de los tres pastorcitos, beatificada en el 2000), parece señalarle un linchamiento moral que coincidiría con el que Benedicto XVI se encuentra viviendo en estas semanas.
Tal visión está descripta en la “tercera memoria” de Sor Lucía, de fecha 31 de agosto de 1941, donde dice:
“Un día Jacinta se sienta sobre la lastra del pozo de mis padre…Después de un tiempo me llama.
-        ¿No viste al Santo Padre?
-        ¡No!
-        ¡No sé cómo fue! Vi al Santo Padre en una casa muy grande, arrodillado ante una mesa, con la cara entre las manos, llorando. Fuera de la casa había mucha gente, algunos arrojaban piedras, otros maldecían y decían palabrotas. ¡Pobre Santo Padre! ¡Debemos rezar mucho por él!”.

Parece la descripción del linchamiento moral al que el Papa es hoy sometido. Efectivamente, asistimos a una deslegitimación moral de la Iglesia de la que no se recuerda otra igual, encima con el intento explícito de arrastrar personalmente en juicio al Pontífice como cabeza de una banda de malhechores.
Hay que agregar que a las persecuciones contra la Iglesia siguen siempre desgracias para el mundo. En efecto, la visión de Jacinta continúa en estos términos:

“¿No ves muchos caminos, muchos senderos y campos llenos de personas que lloran de hambre y no tienen nada qué comer? ¿Y al Santo Padre en una iglesia, delante del Corazón Inmaculado de María, en oración? ¿Y tanta gente rezando con él?”.

Todo este martirio material y moral de la Iglesia del siglo XX parece representar un momento decisivo dramático de su historia milenaria.

Como le fue revelado a un Papa –al comienzo de su pontificado- aquel León XIII, autor de la “Rerum novarum” (la primera encíclica social), que condujo la nave de la Iglesia en el Novecientos.

En efecto, una mañana del día 13 de octubre de 1884 (el mismo día de la última aparición de Fátima: 13 de octubre de 1917), después de la celebración de la Misa, mientra Papa León XIII estaba en oración, fue visto que alzaba la cabeza como si tuviese una visión.
Parecía aterrorizado: había escuchado un diálogo, junto al sagrario. Una voz horrible, que pertenecía a Satanás, lanzaba el desafío a Dios, diciéndose capaz de destruir la Iglesia si sólo hubiese podido ponerla a la prueba (Satanás desprecia siempre a los hombres, a los que continuamente acusa. Mientras Dios siempre confía en sus hijos).

Parece que tal prueba fuere permitida por un siglo.
Luego, Papa León XIII – aquella mañana del 1884 – tuvo la visión de la Basílica de San Pedro asaltada por demonios y sacudida desde los fundamentos.

La revelación al Papa coincide con la de la mística Anna Katharina Emmerich, donde dice:

“Si no me equivoco escuché que Lucifer será liberado y le serán quitadas las cadenas, cincuenta o sesenta años antes del 2000, por un cierto tiempo. Escuché que otros acontecimientos ocurrirían en tiempos determinados pero los he olvidado”. 

Fue después de aquella visión que León XIII escribió la oración a San Miguel Arcángel para la protección de la Iglesia, que hasta el Concilio era recitada al final de la Misa. Después del Concilio fue abolida. También después del Concilio, al comienzo de la década del sesenta, Pablo VI anunciará dramáticamente: “El humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios”.

Hace poco, el famoso exorcista padre Gabriele Amorth, ha explicado que aquel humo de Satanás en el Vaticano debe ser entendido también en sentido literal: hombres bajo el poder de Satanás estarían presentes en la Iglesia y en el mismo Vaticano.
Que este ataque demoníaco incluya también la caída de algunos curas en perversiones como la pedofilia (crímenes contra los hijos de Dios más inocentes e inermes: los niños) fue predicho por la Virgen –por cuanto aparece- en La Salette en 1846 (donde la Virgen preanunció también los sufrimientos del Papa y atentados contra su persona).

La aparición es reconocida por la Iglesia, pero sobre este texto no hay un juicio oficial: “La Iglesia sufrirá una crisis espantosa” habría dicho la Virgen, “se verá el abomino en los lugares santos; en los conventos las flores de la Iglesia será putrefactas y el demonio se volverá como el rey de los corazones  "los sacerdotes con su mala vida se han vuelto cloacas de impureza”.

Ciento cincuenta años después, en el célebre Via Crucis del 25 de marzo de 2005, el Cardenal Ratzinger constatará: “cuánta suciedad en la Iglesia”. Con las pesadas palabras de aquel Via Crucis probablemente Ratzinger y Juan Pablo II intentaron revelar implícitamente (para obedecer a la Virgen), los contenidos aún no publicados del “tercer secreto de Fátima”, del mismo tenor que el de La Salette.

Toda esta serie de apariciones de la Virgen, que convergen en cuanto a contenidos, perseguían el objetivo de advertir que la actual es una época excepcional de la historia de la Iglesia y que hay en acto un auxilio especial del Cielo.

Lo que ocurrió y lo que está ocurriendo prueba que las advertencias proféticas eran auténticas y demuestra también que la Virgen tiene la misión especial de salvar a la Iglesia en esta terrible, larga prueba.

Con tal que se la escuche. Porque el peor error que la clase eclesiástica ha hecho y puede hacer es justamente la de “despreciar las profecías” y “apagar el Espíritu”.

Fue perpetrado con las persecuciones a santos curas, como Padre Pío. Fue repetido en parte con Fátima, refutando, durante decenios, hacer la Consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María (para exorcizar el comunismo) como había sido pedido por la misma Virgen.

En efecto, apareciendo a Sor Lucía, en 1930, Jesús previó la persecución a los papas precisamente a causa de aquella sordera.
Ahora el “plan de salvataje” de la Virgen reaparece con sus apariciones en  Medjugorje (“la prosecución de Fátima”, como Ella misma ha dicho).

Desde cuando comenzaron estas extraordinarias apariciones, en 1981, del otro lado de la cortina asistimos al cumplimiento de varias profecías (sobre la guerra en Yugoslavia) a la caída del comunismo y a una oleada oceánica de conversiones.

Precisamente en estos meses una comisión vaticana, presidida por el Cardenal Ruini, está evaluando las apariciones de Medjugorje, de las que Juan Pablo II era cierto y entusiasta. Deberán decidir si dar acogida a este extremo, formidable socorro sobrenatural o rechazarlo, desmintiendo a Papa Wojtyla.

La clase clerical, que hoy está al centro de la tempestad, debería considerar con humildad la inmensidad de los frutos y de los signos de estas apariciones.

Y, conscientes de sus propios enormes límites, confiar la Iglesia a la protección de María, la Inmaculada, la única “sin mancha”.

En caso contrario…